lunes, 10 de octubre de 2011

Aproximaciones a la noción de sistema literario.


               
La propuesta, a continuación, consiste en presentar uno de los ejes interrelacionados a partir del cual armamos  el corpus para el dictado del curso: la(s) Otredad(es), los sistemas de representación y el sistema literario. Desde una perspectiva general, proponer una serie de aproximaciones que tienen como objeto la construcción teórica de una noción de alcance macro como la de sistema literario.

 

La(s) tradición(es) en el marco del sistema literario.


Al  abordar los puntos de contacto y articulación que permiten establecer las relaciones entre el sistema literario y las tradiciones desarrolladas en su marco, nos detendremos a definir conceptualmente la noción de sistema literario, sus características generales, para luego establecer los posibles vínculos entre esa definición y las consideraciones sobre las tradiciones estéticas.
La noción de sistema tiene su origen en el arsenal teórico del Formalismo ruso, en donde fue planteada fundamentalmente por Tinianov. A su vez, es difícil pensar el auge del concepto fuera de los límites conceptuales que la Lingüística le proporcionó a los estudios literarios. Es en la década del 20´ cuando se empieza a desplazar la separación saussureana entre sincronía / diacronía por los nexos que permiten vincular ambos términos. Estas preocupaciones de los estudios lingüísticos, en particular su propuesta de una evolución sistemática, impactan sobre las teorizaciones literarias del momento. La concepción de una obra particular como un sistema en su estructura interna, tanto como la serie literaria en su conjunto, exhiben su matriz lingüística, en la medida en que se las piensa  “diferencialmente”, o sea, acentuando la oposición de términos.  A su vez, puede observarse también un fuerte impacto, en la construcción del concepto de sistema, de las teorizaciones marxistas imperantes en la Rusia de los años veinte, que conciben la historia como una dialéctica de la contradicción. De esta forma, la idea de sistema literario implica contradicción, supervivencia de viejos elementos, coexistencia de funciones nuevas con otras arcaicas y cambios de funciones (etc.).
En qué sentido puede hablarse de un sistema literario, entendiendo que ésta es una noción macro, de gran alcance, que pretende dar cuenta de un conjunto amplio de obras literarias.  
Comenzamos nuestro abordaje por un integrante del grupo teórico conocido como “formalismo ruso”, llamado Juri Tinianov. La propuesta es interesante porque desnaturaliza o pone en tensión una imagen que suele ser extendida a todo ese grupo de críticos: la idea del estudio de la literatura como la búsqueda de su especificidad, búsqueda que, por lo tanto, debe construir su objeto acotando los límites estrictos de forma tal que se omitan las posibles relaciones entre lo literario y aquello que se encuentra en su periferia (la historia, la cultura, la política, la filosofía, etc.). El planteo de Tinianov parece desmentir, o al menos relativizar, la imagen “inmanentista” que suele sintetizar el espíritu crítico de los formalistas al plantear las relaciones entre la serie literaria y las otras series[1]. 
El artículo de Tinianov se llama “Sobre la evolución literaria” y en su principio plantea un diagnóstico de los estudios literarios, llamando a la realidad actual del momento de escritura -1927- “territorio colonial”. Con esa denominación se alude a la falta de autonomía de los estudios literarios a raíz de su dependencia del psicologismo que explicaba los fenómenos literarios en función de los problemas de la psicología de los autores. Por lo cual, el ensayo tiene un rasgo muy marcado: constatar las dificultades teórico-metodológicas de los estudios literarios a los fines de proponer las características que la historia literaria debería asumir como propias y, así, deponer el estatuto colonial del momento. En ese marco de diagnóstico y propuesta de modificación, hay una serie de conceptos a ser reconsiderados a los que el autor le otorga suma significación: la evolución literaria, la sustitución de sistemas y el problema de las tradiciones.
En primer lugar, menciona la tradición como una noción fundamental para la historia literaria que se practicaba previamente, es decir, aquella destinada a ser objeto de revisión. En tanto concepto clave de la vieja historia literaria de la época, la tradición es considerada críticamente por el autor como una “abstracción ilegitima de uno o varios elementos literarios de un sistema en el que se emplean y donde desempeñan determinado papel. Se le otorga valor idéntico a elementos de otro sistema donde su empleo es diferente. El resultado es una serie unida sólo ficticiamente, que tiene la apariencia de entidad” (Juri Tinianov en Tzvetan Todorov (comp.), 1970: 90-91). Lo que se pone en cuestión es una traspolación mecánica de elementos de un sistema literario a otro, sin tener en cuenta que el rol o función de esos elementos en otro sistema puede variar. Para aclarar esta cuestión hay que establecer ciertas bases: en primer lugar, la literatura es un sistema, tanto una obra independiente como toda la serie literaria constituyen sistemas que establecen correlaciones entre sí (la obra en su interior, entre sus propios elementos, y la misma obra con otras obras de la serie literaria, por ejemplo, a partir de su género, etc.). Además, las correlaciones se desarrollan entre la serie literaria y otras series extraliterarias (social, política, cultural, filosófica, etc.). Postular que la literatura es una serie sistemática implica, para Tinianov, poner la noción de función como eje vertebral sin la cual todo estudio literario sería un conjunto caótico y heterogéneo: “La existencia de un hecho como hecho literario depende de su cualidad diferencial, (es decir de su correlación, sea con la serie literaria, sea con una serie extraliteraria); en otros términos, depende de su función. Lo que es ´hecho literario` para una época será un fenómeno lingüístico dependiente de la vida social para otra, según el sistema literario con referencia al cual se sitúa este hecho” (Ibidem, pág. 92). Se distinguen, posteriormente, dos tipos de funciones: una función sinónima o constructiva según la cual un elemento de la obra puede entrar en relación con otros elementos de la misma obra-sistema y una función autónoma en la cual un elemento de la obra literaria entabla relación con otros elementos semejantes pertenecientes a otras series, a series extraliterarias.  
Luego de definir el sistema a partir de la relación correlativa o diferencial para su constitución, el autor procede a explicar la forma en que concibe el juego dinámico gracias al cual se produce la evolución de la serie literaria. El principio de desarrollo y cambio está pautado por la relación dinámica entre forma y función. Los términos de esta relación pueden ser sumamente complejos, desde funciones que carecen y esperan alguna encarnación formal, hasta formas que persisten sólo al precio de cambiar de función.  En este sentido, estudiar los cambios dentro del sistema literario o entre distintas etapas del sistema literario deberá atender, principalmente, las posibles variantes funcionales de los elementos formales. De esta manera, por ejemplo, un uso léxico que en un estado del sistema cumpliría una función destinada a vincular ciertas obras a la capa restringida de las “obras elevadas” oponiéndose a la literatura de masas, en otro momento del sistema, al cambiar su función, el mismo uso del léxico puede encarnar una función paródica, etc. Entonces, el desarrollo y el cambio entre fases o etapas distintas de un sistema literario macro estarán dados a partir de los vínculos complejos entre la forma y su función.
En consecuencia, la noción de sistema literario implica tomar distancia de una concepción que aborde las obras literarias como objetos cerrados sobre sí mismos. En este sentido, tomamos la exposición conceptual que realizan Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano basándose en planteos pertenecientes a Yuri Lotman. Los autores sostienen que “el concepto de función requiere pensar a un texto en relación con otros y permite la descripción más general de la literatura como sistema. `Cualquier artificio compositivo, escribe Lotman, se convierte en portador de significado si está inserto en contraposición con un sistema que lo contrasta. Allí donde el texto está contenido en un plano único, ese plano no puede, en términos generales, percibirse (…) ´” (Yuri Lotman, 1972 - 80: 309 en Altamirano y Sarlo, 1983: 24).  Entonces, por un lado, se vuelve explícita, como dijimos, la matriz lingüística de la noción de sistema, en tanto y en cuanto es la diferencia el rasgo que define la relación de los textos entre sí, y el sistema, a su vez, entendido como estructura interna a la obra. Partiendo de estos principios, “el sistema no es un campo de textos al que las nuevas obras se van incorporando en una pacífica acumulación, sino el conjunto de posibilidades para la producción y la lectura de la obra literaria. Es un espacio productivo (tal como lo define Tinianov) y no un depósito de obras, motivos, temas, al que el escritor acudiría como a un mercado o una biblioteca. A diferencia de la biblioteca, el sistema es una regulación de lo que está simultáneamente presente, organizado según pautas literarias y extraliterarias que establecen relaciones de jerarquías” (Ibidem, pág. 25). Es decir, las líneas hegemónicas y las subordinadas son principios de organización que actúan como normas estéticas y sociales de la producción literaria y, también, como parámetros o pautas de lectura.    
El sistema es un estado de la literatura que en el tiempo contemporáneo articula funciones (para Tinianov, función es el principio constructivo que relaciona los materiales extrínsecos con los que trabaja la literatura) nuevas y arcaicas, supervivencias e invenciones, de diferentes niveles socio-estéticos. Es importante la distinción que realizan los autores entre sistema como concepto y la noción de sentido común “época”, pues el sistema no necesariamente organiza textos contemporáneos, sino exclusivamente aquellos que son estéticamente activos en la producción de obras nuevas.  
En el campo de la crítica literaria latinoamericana, Ángel Rama ha considerado las vinculaciones entre las tradiciones y el sistema literario que sirve de marco a sus desarrollos en un artículo titulado “Sistema literario y sistema social en Hispanoamérica” (1974). Si bien es cierto que su pensamiento toma como objeto el sistema hispanoamericano en sentido amplio y no el sistema literario argentino (aunque se sobreentiende incluido en aquél), su reflexión puede ser acotada, en términos generales, al sistema literario nacional.
Rama comienza su planteo exaltando la filiación hispanoamericana que es necesaria en la crítica literaria del continente. Entiéndase por esto la necesidad de crear instrumentos críticos que no se basen en la traslación mecánica y acrítica de las categorías europeas. Es necesario un instrumental propio que sirva para describir y analizar la dinámica literaria hispanoamericana, lo que no implica desconocer los avances de la crítica foránea, sino poner a prueba esos instrumentos desde el criterio de su aporte para la comprensión de la lógica propia de las letras del continente. Este diagnóstico deriva en una constatación: es esa dependencia de los instrumentos críticos ajenos la causa de que las historias literarias hispanoamericanas estén subordinadas a una presentación de ese proceso según un eje evolutivo y gradual en su concepción historicista.
El segundo problema de este vicio crítico, según el autor, es una historia literaria carente de espesor, donde las rupturas y discontinuidades han sido disimuladas. Evitar esa pérdida de espesor del proceso literario implica intentar recuperar su totalidad, internarse en la “(…) búsqueda de nuevas articulaciones que nos repongan una visión coherente y a la vez más identificada con la creación literaria” (Ángel Rama, 1974: 85).
A partir de esta propuesta, Rama concibe la posibilidad de restituir la densidad del sistema literario teniendo en cuenta la complejidad de las secuencias o tradiciones literarias que funcionan en él.  Producir un análisis del sistema literario pasible de captar su complejidad implica reconocer las secuencias literarias identificables a partir de su relativa autonomía en el marco del continuo indiferenciado de materiales literarios. En la identificación de las secuencias literarias dos operaciones son necesarias: “(…) descubrir las rupturas que son las que permiten delimitar las secuencias y distinguir entre ellas de acuerdo a su diversa posición con respecto a los modelos a que se sujetan (…)” (Ibidem, pág. 85).  De esta manera, un período histórico determinado no puede ser agotado por una secuencia literaria exclusivamente. En ellos las secuencias se hallan superpuestas de modo complejo, de forma que configuran estratos artísticos protagonistas en la dinámica procesual del sistema literario; estratos que son, precisamente, lo que las historias literarias criticadas no tenían en cuenta. Estas secuencias o  tradiciones literarias diferentes y relativamente autónomas, coexisten en un mismo período, asumiendo la relación entre ellas distintas tonalidades que van desde la coexistencia contigua hasta el enfrentamiento explicitado. Así, el sistema literario transforma su fisonomía dejando de lado su representación plana y superficial por una imagen más compleja.
Es necesario aclarar, como sostiene Rama, que las secuencias o tradiciones literarias en un periodo histórico son variadas, representando una secuencia literaria la hegemonía en un momento del sistema, contraponiéndose a otras que se encuentran en un plano contrahegemónico subordinado. Es más, el autor arriesga que desde el desarrollo urbano de fines de siglo XIX pueden reconocerse al menos cuatro secuencias y si se sigue la proyección del desarrollo de la sociedad y la cultura hispanoamericana este numero se complejiza. Por ejemplo, aclara que, durante el momento de su hegemonía, el Modernismo convive con la secuencia literaria criollista, y que sus diferencias pueden identificarse en la constitución de una temática articulada y un lenguaje, en el caso de esta última tradición mencionada, decididamente más afectado por una tendencia regionalizada. 
¿Qué significado podemos atribuirle, entonces, a esas secuencias literarias que para Rama componen una imagen dinámica y compleja del sistema literario? Rama explica que las secuencias “(…) no sólo se fundan en estéticas (explícitas o tácitas) que son bien diferenciadas y cada una de ellas coherentes, sino que también manifiestan preferencias lingüísticas y de géneros artísticos bien nítidas. Registran además evoluciones internas que contribuyen a reforzar su autonomía pero al mismo tiempo mantienen entre ellas una relación que las más de las veces es de oposición y se trasunta en las polémicas literarias” (Ibidem, pág. 87). En este sentido, es posible trazar la historia de cada una de ellas, de sus elecciones formales y de contenido, sus operaciones de apropiación del material lingüístico, en definitiva, sus continuidades y rupturas en el marco del sistema literario en distintos periodos históricos.   
Para Tinianov, la tradición, ya lo mencionamos, se observa en términos evolutivos a partir del cambio de función de un elemento formal. Es decir, al presentarse esa especie de sustitución funcional. A su vez, en otro artículo, titulado “El hecho literario” (1924), completa sus reflexiones agregando que la literatura es un fenómeno dinámico que se presenta a través del cambio, según la noción topográfica centro-periferia. Esos lugares dentro del campo estético se encontrarían desempeñados por lo que Rama denomina secuencias literarias. Sin embargo, si traducimos el planteo del crítico uruguayo a los términos de Tinianov encontraremos que no se habla de tradiciones ni secuencias, sino que se menciona el desarrollo de la historia literaria viva, su dinámica efectiva: una relación dialéctica caracterizada por el enfrentamiento entre principios constructivos disímiles. Esto es, un principio constructivo llega a un punto de su desarrollo en el cual se automatiza, y a partir de ese proceso de automatización se van delineando los rasgos del principio constructivo contrapuesto. 
Por su parte, Raymond Williams reconoce dos acepciones de la noción de tradición. Uno de esos usos la concibe como un concepto vinculado a la transmisión de prácticas y hábitos desde generaciones mayores hacia otras menores, siempre bajo el signo de la obligatoriedad y la obediencia con respecto al pasado. Sin embargo, al acuñar su propia noción, Williams se despega de la acepción enmarcada en la obediencia y desplaza el polo activo del pasado hacia el presente, ya que no es el pasado quien ejerce su mandato irrenunciable, sino que el presente es quien se torna activo al ser desde ese momento cultural desde el que se realiza la selección implicada en la idea de tradición para el crítico inglés. Desde esta perspectiva, la evolución de las secuencias literarias en el marco del sistema literario siempre supone una elección y una oposición realizada por sus continuadores. Una oposición con respecto a otras secuencias y, a su vez, un posicionamiento al instaurarse como continuadores, en algún aspecto, de otra(s). Por lo tanto, Williams con su aporte conceptual permite pensar la densidad de las secuencias en un momento cultural dado y sus continuidades, proceso no exento de conflictos, pues al actuar en un sistema complejo compuesto por distintos estratos artísticos opera tomando distancia de y acercándose, en términos estéticos, a distintas secuencias.
Hay, entonces, un eje común que recorre los planteos de los autores implicados que es retomado por Rama al hablar de las secuencias literarias.  Es el eje centrado en el desarrollo de las secuencias, la posibilidad de seguir su recorrido en diferentes momentos del sistema literario. Rama destaca el hecho de que las secuencias tienen una historia propia que a veces las exhibe coexistiendo con otras pacíficamente y, en otras ocasiones, las encuentra enfrentadas entre sí. Habría, entonces, un aspecto conflictivo o tensionante implícito en la noción de sistema literario, ya que al ser éste un sistema de regulación y de jerarquización, atañe a las tradiciones, pues “al ordenar también la literatura del pasado, la noción de sistema permite organizar las rupturas, los parentescos, las descendencias, los epígonos y los precursores. Las relaciones son diferenciales y ponen de manifiesto, más que la continuidad, la contradicción: las supervivencias bloquean la emergencia de nuevas funciones, la hegemonía de un principio constructivo nuevo se produce en un espacio donde persisten elementos arcaicos y residuales. El sistema incluye no sólo aquello que permite definir, por sus rasgos principales, un estado de literatura, sino también los rasgos que se le oponen y cuya presencia alternativa descubre las modalidades según las cuales se construye una hegemonía literaria” (Altamirano y Sarlo: Op. Cit., pág. 25).  
Para terminar con el planteo de sobre el sistema literario y las secuencias literarias, quisiéramos retomar un  problema susceptible de presentarse cuando se trabaja en su identificación, descripción y análisis.
Se presenta un problema en la duración temporal de las secuencias / tradiciones literarias. El periodo de duración en el que rige una secuencia / tradición literaria presenta dificultades respecto de su determinación, porque junto con las distintas modulaciones dentro de una unidad generalizada también existen prolongaciones epigonales que extienden su desarrollo a una medida temporal muy amplia. De esta manera, no sólo es compleja la relación entre secuencias / tradiciones distintas, sino que el reconocimiento y análisis del desarrollo exclusivo de una de ellas representa un proceso dinámico y complejo.



Bibliografía:
  • ALTAMIRANO, Carlos y SARLO, Beatriz. (1983). Literatura / Sociedad. Ed. Hachete. Bs. As.
  • RAMA, Ángel. (1970). “Sistema literario y sistema social en Hispanoamérica” en A.A.V.V. Literatura y praxis en América Latina. Monte Ávila. Caracas.  
  • TINIANOV, Juri. (1970). “Sobre la evolución literaria” en TODOROV, T., Teoría de la literatura de los formalistas rusos. Ediciones Signos. Bs. As.
  • -----------------. (1924). “El hecho literario” en Vanguardia y tradición. Traducción de Rosalía Mirinova y revisión de Jorge Panesi.


[1] No negamos la existencia de esa postura inmanentista dentro de la escuela formalista, sólo queremos indicar la posible divergencia entre los planteos de sus integrantes.

3 comentarios:

  1. Los invito a conocer mis blogs:

    www.ladoctaliteraria.blogspot.com

    www.revistasilabario.com

    Mariana Valle (equipo Pablo Heredia y Domingo Ighina)

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  2. Hola! necesito extraer la noción de serie en el texto de Tinianov y le doy vueltas al texto y no encuentro una respuesta clara. me podrán ayudar?

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